La rúbrica en infantil

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En una de las sesiones de formación de nuestro colegio Pinolivo, conocimos lo que eran las rúbricas. Me interesé mucho, pues había visto que en centros de primaria y secundaria se usaban como instrumento de evaluación, pero no sabía muy bien cómo se utilizaban.  Ese día aprendimos que la rúbrica facilitaba la autoevaluación por parte del alumnado y  que les ayudaba a saber qué aspectos se tendrían en cuenta para evaluarles, es decir, que el alumnado sabría qué se espera de ellos en el aula.  Me pareció tan interesante pensar que con la rúbrica el alumnado podría situarse de manera consciente dentro de su proceso educativo que quise utilizarla con mi alumnado de 3 años, aunque me asaltaban algunas dudas sobre el beneficio de su aplicación en estas edades.

Al poco diseñé la primera rúbrica para mis peques. No sabía muy bien sobre qué realizarla, pero por aquel entonces en clase nos habíamos marcado entre todos como objetivo aprender a escribir nuestro nombre, hartos de perder trabajos realizados por ellos mismos y que luego no sabían de quiénes eran o de que hubiera conflicto con las botellas de agua que traían porque al no saber leer (algunos traían el nombre puesto en ellas) o al no poner nada era difícil saber a quién pertenecían, o de que la seño se volviera loca repartiendo chaquetas sin nombre a la hora de la salida. Así que hice una rúbrica donde el objetivo era que supieran en qué nivel de escritura de su nombre se encontraban. Lo apliqué con los peques en el “Rincón de la seño”, rincón en el que se realizan actividades donde se requiere ayuda de un adulto. Me senté con ellos en grupos de cinco y éstos escribían su nombre para después colorear en la rúbrica en qué momento creían que estaban.

Esta rúbrica era bien sencilla y no exenta de errores, pero cumplía el principal objetivo que perseguíamos: ser conscientes de la importancia de la escritura para comunicar cosas, en este caso la pertenencia de los objetos.

 

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Fue en la segunda aplicación, un mes después (apliqué dos veces la misma rúbrica para ver el avance de cada niño y niña), donde pasó algo tan bonito, que aún sonrío al recordarlo.  Ocurrió con una niña de mi clase. Ella se relacionaba poco con sus compañeros; con quien más lo hacía era con una amiga de la cual no se separaba. Se la veía tímida en clase e insegura, sobre todo cuando su amiga jugaba con otros niños. La segunda ocasión en que hice la rúbrica con ella fue la primera vez que escribió su nombre sin ayuda de nada ni de nadie. Le enseñé su 15dc3608-7cca-4c3a-a61a-b50c8b287110rúbrica del mes anterior donde estaba coloreado el segundo espacio. Cuando ella vio que por fin había escrito su nombre y que había mejorado desde la última vez alcanzando el objetivo propuesto,  levantó ruborizada la cabeza del papel, me miró con una sonrisa que no acababa de dejar salir por la vergüenza, miró a sus compañeros de mesa los cuales nos observaban, alguno hubo que aplaudió, le reconocí su esfuerzo, nos dimos un abrazo y a partir de ahí cambió su manera de comportarse en clase. Recuerdo que al día siguiente, la oí llamarme, me acerqué, estaba en la pizarra, había escrito su nombre, el de su mejor amiga y debajo muchas letras que poco sentido tenían para mí, pero para ella todo el del mundo y a partir de ahí, aparte de interesarse más por la comunicación a través de las letras, se  la veía más segura en clase, risueña y más integrada en el grupo. Este curso todavía sigue así.

 

Al principio dudé a la hora de introducir la rúbrica en mi aula ya que por un lado me preocupaba si no era un instrumento que chocaba con mi idea de lo que debe ser la educación en todas sus etapas: el alumnado protagonista de su aprendizaje, constructor de conocimientos a través de los recursos que les ofrece el maestro/a,  experimentando con los objetos y logrando un proceso significativo, el alumnado elige hacia dónde quiere llegar, qué quiere aprender.  Con la rúbrica me parecía que era un medio más para decirles de otra manera, en la que eso sí, ellos serían más conscientes,  “esto es lo que tienes que aprender para aprobar”. Tuve mis dudas pero pensé que al igual que habíamos hecho con el objetivo de aprender a escribir nuestro nombre para no perder trabajos, chaquetas, botellas de agua, etc., podríamos establecer entre todos algunos objetivos grupales a conseguir y crear rúbricas en conjunto y por qué no, según la actividad, cada niño podría marcarse su propio objetivo de trabajo, por lo que habría rúbricas individualizadas.

Es difícil aplicar esta herramienta en infantil, de eso no cabe duda, y tampoco veo necesario que cada aprendizaje esté evaluado con ese tipo de herramientas porque los pequeños deben investigar, experimentar sin una finalidad clara para ellos más que la del disfrute por aprender, pero recuerdo el cambio de aquella alumna a raíz del uso de la rúbrica y creo que quizá sí que tenga cabida esta herramienta para ciertos momentos del aula.

¿Rúbrica si o no en infantil?

Seguiré probando.

 

9 Respuestas

  1. Me ha parecido muy interesante y motivador. Pero sólo para ciertos objetivos. Cómo tu muy bien dices hay ámbitos que la evaluación ha de globalizarse. La especificación que hace la rubrica puede crear en ciertos momentos ansiedad al propio alumnado y nuestra perspectiva educativa.

  2. Que buena reflexión Lola. Es increíble como algo aparentemente tan sencillo puede cambiar la forma de interactuar de una niña o un niño, y es que cada pequeño avance que ellos hacen, es en realidad un gran paso.
    ¡Me ha encantado leer esta experiencia!

  3. Hola, creo que soy la mamá de esa niña y, desde la más profunda ignorancia a cerca del tema, puedo decir que mi hija, desde ese día, escribe su nombre continuamente y se siente ORGULLOSA de hacerlo, cosa que no pasaba hasta ese momento.
    Creo que darse cuenta de que estaba mejorando en algo tan difícil como escribir le dió seguridad en sí misma, no sólo a la hora de ponerse delante de un papel (que también) sino para muchas cosas. Ahora SE SIENTE CAPAZ de hacer cualquier cosa porque, creo, es capaz de marcarse ella misma un objetivo y ver su progreso, sin necesidad de que nadie se lo tenga que decir y/o controlar.
    Por todo esto no creo que la importancia esté en si se utiliza la rúbrica o no, aunque creo que para los niños su nombre es lo más importante y lo primero que quieren aprender, sino aprender a valorarse por lo que ellos son capaces de hacer sin compararse con los demás (que es lo que podría causarles ansiedad), a marcarse un objetivo y trabajar para conseguirlo, cada uno a su ritmo pero con un objetivo claro porque siempre es más sencillo el camino si sabes cual es el destino.

    • Estoy de acuerdo en lo de marcarse un objetivo y trabajar para conseguirlo, creo que eso es importante para saber por dónde caminar en la vida.
      Gracias por tu comentario Verónica. Para mi fue un momento mágico estar presente en ese momento tan importante para tu peque.

  4. Qué bonito Lola y qué pedazo de lección para los que puedan pensar que los maestros de infantil están para enseñar a colorear.
    Lo que más me gusta es tu apertura y receptividad a introducir cosas en el aula

    • Dentro y fuera de nuestro cole aprendemos muchas cosas muy interesantes, luego hay que llevarlas al aula y reflexionar sobre ellas. Es una de las partes de mi trabajo que más me gusta, sobre todo si da alegrías como las que cuento en esta entrada.
      Gracias por tu comentario, Arantxa.

  5. […] Además el año pasado comencé introduciendo la rúbrica individual en mi práctica diaria. Aqui os dejo el post que hice sobre este tema. […]

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